Como
un alegre cantar, será la jota navarra por siempre, compañera en el paseo diario,
de los chicos y chicas de nuestras ciudades y pueblos.
A
la infancia y sus acompañantes, dedicamos:
Es
la jota de Murchante. De Simeona Bozal.
Su
hija Engracia Ariza, compañera en los escenarios de Faíco y Josefina:
“Un navarrico en la escuela
Mirando
el mapa lloró;
Porque
pintaron pequeña,
La
tierra que tanto dio”.
Las
añoradas Hnas. Flamarique, de Tafalla, cantaban esta jota de su hermano Pedro
Mari:
“A
un niño yo pregunté
Por
el nombre de su patria;
Y
con siete estrellas de oro,
Escribió
un nombre Navarra”.
De
Valeriano Ordóñez, jesuita y poeta, de Torres del Río:
“Llevas
la sal de la jota
Y
llevas el sol del campo;
Por
ser morena salada,
Te
quise y te quiero tanto”.
A
las niñas, dedica el maestro Turrillas:
“No
vayas al campo niña
Que
el sol ya viene pegando;
Y
al ver que besa tu cara,
De
celos me está matando”.
Una
madre, María Antonia Morales, de Artajona, poetisa, dedica a su hija Rosa:
“Como
te llamas Rosa
Y
mi oficio es jardinero;
Qué
bien te voy a cuidar,
El
día que nos casemos”.
Y,
allá va la despedida! con la
felicitación, por ser la infancia, quien ofrecen a la vida, toda su alegría.
De
Felicio Murillo, de Murillo el Fruto:
“A
ver si pasa este virus
Y
podemos disfrutar;
Paseando
por los parques,
Con
salud y libertad”.
ELENA LEACHE ECHALECU
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