lunes, 7 de agosto de 2023

Muere Kike Los Arcos, el último de los Iruña'ko

 



El acordeonista Kike Los Arcos Garayoa ha fallecido el domingo 6 de agosto a los 90 años. Era el último miembro que quedaba con vida de Los Iruña’ko, una formación que alcanzó fama internacional en los años 50 y 60 gracias a grabaciones como las de los himnos de las peñas. Llegaron a grabar más de 250 canciones y realizaron conciertos en más de 20 países de Europa y América.

Kike Los Arcos nació en Pamplona el 2 de febrero de 1933 en el seno de una familia de ocho hermanos. Durante la posguerra residió en Espronceda (Tierra Estella), en casa de unos tíos suyos y fue con uno de ellos, Juanito, con quien aprendió a tocar el acordeón.
Kike Los Arcos recibió el apodo de ‘El Sonrisas’. “Era un hombre que siempre estaba sonriendo”, destaca el periodista pamplonés Juan Echenique, autor del libro 'Los Iruña’ko. 50 aniversario' (2006) junto al también periodista Ignacio Murillo.
“Kike era un hombre muy optimista, vital y alegre”, le describe. “Además de su música, aportó a Los Iruña’ko su carácter positivo. De él también llamaban la atención su sencillez y humildad. Era algo común en todos los Iruña’ko, pero en él resaltaban especialmente. Te contaba todas las anécdotas que vivió el grupo con una humildad que casi parecía que no habían hecho nada”.
Según relatan Echenique y Murillo en su libro sobre Los Iruña’ko, Kike Los Arcos viajó soltero a América y a su vuelta se casó con Amparo Sevillano, con quien tuvo dos hijos, María Pilar y Moisés.
DE LA TUNA AL ESTRELLATO 
Desde su creación en 1956 hasta 1965, Los Iruña’ko fueron un altavoz del sentir popular de Navarra en medio mundo. Todo empezó en 1948, cuando Joaquín Zabalza, Alberto Huarte y Josecho García formaron parte de la primera tuna universitaria que se formaba en Pamplona. Dos años después formaron el Trío Iberia, con el que cantaban boleros, pero en 1953 decidieron dar un giro e incorporar todo ese repertorio sanferminero que era muy popular pero que ni siquiera había sido grabado. Ahí nacieron los Iruña’ko.
En 1956 la casa Columbia les ofreció grabar un disco y el éxito fue inmediato. Tenían que reforzarse, y ficharon a Enrique Abad, que despuntaba por su voz en el grupo Los Trinos Cirboneros.
Después ficharon también a Kike Los Arcos. Por motivos personales, Josecho García abandonó el grupo antes de su despegue internacional para ser sustituido por Iñaki Astondoa en 1957. El quinteto quedó ya completado.
Lo que inicialmente iban a ser tres meses de gira por América se convirtieron en tres años. Empezaron por México y después siguieron por Centroamérica, Sudamérica, Canadá y Estados Unidos, a veces con dos conciertos por día. “Hilton, el abuelo de Paris Hilton, nos contrataba para tocar en sus hoteles para seis meses o un año”, contó Enrique Abad en una entrevista. A lo largo de su trayectoria compartieron escenario con artistas como Los Panchos, Cliff Richards, Dúo Dinámico, Los Panchos, Lucho Gatica o Charles Aznavour.
Después de tres años de exitosa gira por América, Los Iruña’ko rechazaron un contrato millonario para pasar cuatro años más en Estados Unidos. Fue el representante de Frank Sinatra quien les lanzó esta jugosa oferta. Sin embargo, el grupo se disolvió en 1965.
FINAL EN LA CIMA DEL ÉXITO 
“Antes de tomar esta decisión, ellos tuvieron opiniones encontradas”, explica Juan Echenique sobre el abrupto final de la trayectoria de Los Iruña’ko cuando estaban en la cima del éxito. “Por ejemplo, Enrique Abad e Iñaki Astondoa tenían una mirada más internacional y querían seguir actuando, pero Joaquín Zabalza y Alberto Huarte querían volver a Navarra para estar con sus familias y también porque echaban mucho de menos su vida aquí. Finalmente decidieron no seguir”, cuenta Echenique.
En palabras del propio Kike Los Arcos, “cuando empezamos no pensábamos que íbamos a llegar a ningún lado. Ha sido una carrera bonita, preciosa, porque lo que más nos gustaba es cantar”. Lo dijo tras recibir la Cruz de Carlos III el Noble, en marzo de 2019.
Concluida la trayectoria de Los Iruña’ko, Kike Los Arcos abrió el bar Las Vegas en la calle Estafeta, que mantuvo hasta su jubilación. Su afición a la música la continuó en los auroros.

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